sábado, 26 de mayo de 2012

La cápsula privada Dragon-X se acopló a la ISS

La cápsula espacial DragonX se acopló ayer a la Estación Espacial Internacional alcanzando así uno de los más añorados hitos en materia de colaboración espacial entre empresas privadas y agencias gubernamentales. La cápsula, diseñada y construida por la empresa estadounidense SpaceX, está repleta de provisiones necesarias para los astronautas de la ISS. 

Es importante aclarar que la cápsula no esta tripulada; todavía resta esperar bastante para que un desarrollo espacial civil pueda volar con astronautas hasta la órbita de la ISS, pero lo importante es que esta hazaña es capaz de cambiarlo todo. Hasta ahora, sólo un puñado de países contaba con los medios para reaprovisionar la ISS.

Ante tamaña noticia quisiera hacer algunas reflexiones. La experiencia de ayer no deja de ser grandilocuente e inspiradora para toda una nueva generación de visionarios espaciales que desde la órbita privada intentarán continuar expandiendo el campo de acción del hombre en el espacio. Sin embargo, creo que es peligroso que los estados vean estos logros como una razón para disminuir su responsabilidad en lo que a exploración espacial se refiere. 

Si bien un monopolio espacial en manos privadas es todavía un escenario improbable, es sabido que los intereses de los particulares no siempre son los del bien común; y por éstos deberían velar los estados. Quedarnos en la órbita baja durante muchas décadas, como pareciese augurar el futuro, sería un error imperdonable. 

Naturalmente, la simbiosis privada/estatal que acaba de inaugurarse a partir del increíble acople de DragonX con la ISS va a encontrar su máximo potencial en la órbita baja terrestre pero esta interacción tendría que ser la piedra inaugural de una nueva era de exploración. Es fundamental que el hombre prosiga la exploración tripulada del sistema solar truncada hace casi 40 años cuando la última misión Apollo visitó la luna. Volver a la luna y viajar a Marte tienen que ser las prioridades. 

                    
La cápsula Dragon X desde la ISS (Crédito: NASA)