miércoles, 7 de julio de 2010

¡Eppur si muove!


En Enero de 1942 [Nikolay] Kozyrev fue llevado a juicio en la corte de Dudinka, en la región autónoma de Taimyr. "¿Así que usted no está de acuerdo con la opinión de [Friedrich] Engels sobre [Isaac] Newton?", preguntó el juez. [Según Engels, Newton era un "estúpido inductivista".] "No he leído a Engels, pero si sé que Newton fue el científico más grande que alguna vez haya existido", respondió el cautivo astrónomo.

La farsa no duró mucho. La situación bélica imperante y el hecho de que Kozyrev ya había sido juzgado bajo el artículo 58 y sentenciado a diez años de prisión... agravaban su culpabilidad, por lo tanto, la corte extendió su condena por otros diez años (en el código criminal Ruso de 1926, el artículo 58 incluía crimenes contra el estado, desde traición, terrorismo y espionaje, hasta la falta de capacidad para denunciar a otros). La Suprema Corte de la República Rusa analizó la decisión tomada por la corte de Taimyr y estableció su anulación debido a su "falta de severidad". Cada vez más, el pelotón de fusilamiento amenazaba con convertirse en una realidad para Koryzev, quien no tenía como defenderse desde su precaria posición en la congelada prisión.     

No hay duda de que, durante el juicio ante la Santa Inquisición, Galileo [Galilei] nunca musitó la famosa frase a él atribuida, "¡Sin embargo, se mueve!". Esta no es más que una agradable leyenda. Pero bajo condiciones no menos apremiantes Nikolay Koryzev escupió una frase de igual [y espectacular] naturaleza en la cara de sus captores y verdugos. Tales actitudes son extraordinariamente raras, pero el hecho de que ocasionalmente se observen en miembros representativos de "Homo sapiens" justifica la existencia de esta pecaminosa especie. 


Adaptado de "Five billion vodka bottles to the moon: Tales of a Soviet scientist", de Iosif Shklovskii (mis comentarios están entre corchetes).